Esta noche te eché de menos en mi solitaria cama. Mientras mis manos recorrían aquellos lugares de mi cuerpo que tan bien describes, y anhelé que tus dedos no fueran quienes recorrieran mis curvas. Hubiese querido que estuvieras aquí para llenarme de caricias y besos, que tu cálida figura cubriera la mía con un abrazo. Besar centímetro a centímetro cada lugar de tu ser, sobre todo, a la altura del pecho y bajo el ombligo. Que tu lengua recorra mi cuello, mi pecho, mi tripa... Observar cómo juegas con mi cuerpo desnudo mientras una sonrisa aparece en mi rosto. Entrelazar mis dedos entre tu cabello y agarrarlo fuerte cada vez que llegue al clímax. Acariciar suavemente tu virilidad, lamerla, besarla, hacer que llegue a un estado superior... Que me poseas, encajando perfectamente nuestras figuras. Hacerte gozar entre mis piernas mientras nuestras manos se unen, a la par que nuestros labios juegan, con suaves mordiscos de labio y, algo más agresivos, de cuello.
Te eché mucho de menos, de mil formas diferentes.
Te eché mucho de menos, de mil formas diferentes.