Buenas! siento haber tardado tanto en publicar, pero he estado liada con cosillas y tampoco tenia los animos muy por la labor de escribir. ¿Os podeis creer que he podido pasarme 3 semanas sin tocarme? Si, lo se, no merezco vivir, pero es que sencillamente no me apetecía. Cada vez que me masturbo, a la hora de llegar al orgasmo, se me aparece la imagen de un fantasma (uno muy sexy) que me hizo gozar tanto como ahora echarle de menos. Es taaan complicado disfrutar de un placer tan sublime mientras alguna que otra lágrima resbala por mis mejillas... pero la vida sigue y por suerte y gracias a dos buenisimos amigos supero mis problemas cual perro lame sus heridas tras una dura pelea. De todas maneras, gracias por leerme y espero que disfruteis con mis proximas publicaciones tanto como con la 3ª!!
jueves, 26 de febrero de 2009
miércoles, 11 de febrero de 2009
La decisión final
Entre muchas deliberaciones acerca de qué experiencia iba a escribir y de la presión mediática de algunos lectores (que se agradece, por cierto) he decidido que voy a escribir una fantasía. Lo siento, pero no puedo elegir a quién relatar antes.
Hay veces que me imagino que cuando voy a bajar a mi trastero y estoy sola, hay un desconocido. Me motiva mucho la idea de tirarme a alguien que no conozco de nada. Y que se queda en eso, un polvazo con nadie. Me encantaría que apareciese de repente, me agarrase del brazo y me empujara contra él. Yo llevaría un vestido de tirantes y me lo arrancaría con tal fuerza que se romperían. Me pondría contra la pared y empezaría a comerme el cuello mientras me sujeta de las muñecas. Me pondría tan cachonda que las piernas empezarían a temblarme. Me abrazaría a su cuello mientras nos besamos y él me cogería en brazos. Seguiría besándome por diferentes sitios (mejillas, cuello, hombros,...) mientras le quito la camisa. Me desabrocharía el sujetador y volvería a ponerme en el suelo. Mientras me lame los pechos, me quitaría el tanga. Juguetearía con mis pezones a la vez que me acaricia el clítoris. Y me penetraría con sus dedos. En ese momento sentiría que floto. Y mi chip salvaje se activaría. No podría resistirme a tirarme a su cuello, y menos a quitarle los pantalones mientras lo hago. Me arrodillaría ante él y mis manos empezarían a juguetear con su pene. Le acariciaría un poco por fuera y luego se la sacaría. Le masturbaría mientras mi lengua juega con su punta. Empezaría a lamerle por debajo e iría subiendo poco a poco. Cuando ya estuviese toda bien húmeda, me la metería en la boca y comenzaría a chupar, despacio, con delicadeza. Después de un rato, empezaría a subir lamiendo su pecho. Llegaría a su cuello, le besaría. Él me pondría contra la pared y empezaría a penetrarme. Sus manos se entrelazarían con las mías y por cada penetración profunda me las apretaría. Que gozada, por dios. Se tumbaría en el suelo y yo me pondría encima. Comenzaría a cabalgarle. Me agarraría de la cintura y me movería al compás que él quisiera, pero una vez cogido el ritmo, le apartaría sus manos, las mías se apoyarían sobre su pecho, y dejaría que yo hiciese todo el trabajo. Mientras, me acariciaría los pechos y jugaría con mis pezones. Cambiaríamos de postura, poniendome esta vez yo debajo. Una pierna se apoyaría sobre su hombro mientras él me folla intensamente. Entre gemidos, arañazos, besos y mordiscos, llegaríamos al éxtasis, al climax. Se vestiría y se iría sin decir nada, dejándome sola, semidesnuda y sudorosa en el suelo.
Hay veces que me imagino que cuando voy a bajar a mi trastero y estoy sola, hay un desconocido. Me motiva mucho la idea de tirarme a alguien que no conozco de nada. Y que se queda en eso, un polvazo con nadie. Me encantaría que apareciese de repente, me agarrase del brazo y me empujara contra él. Yo llevaría un vestido de tirantes y me lo arrancaría con tal fuerza que se romperían. Me pondría contra la pared y empezaría a comerme el cuello mientras me sujeta de las muñecas. Me pondría tan cachonda que las piernas empezarían a temblarme. Me abrazaría a su cuello mientras nos besamos y él me cogería en brazos. Seguiría besándome por diferentes sitios (mejillas, cuello, hombros,...) mientras le quito la camisa. Me desabrocharía el sujetador y volvería a ponerme en el suelo. Mientras me lame los pechos, me quitaría el tanga. Juguetearía con mis pezones a la vez que me acaricia el clítoris. Y me penetraría con sus dedos. En ese momento sentiría que floto. Y mi chip salvaje se activaría. No podría resistirme a tirarme a su cuello, y menos a quitarle los pantalones mientras lo hago. Me arrodillaría ante él y mis manos empezarían a juguetear con su pene. Le acariciaría un poco por fuera y luego se la sacaría. Le masturbaría mientras mi lengua juega con su punta. Empezaría a lamerle por debajo e iría subiendo poco a poco. Cuando ya estuviese toda bien húmeda, me la metería en la boca y comenzaría a chupar, despacio, con delicadeza. Después de un rato, empezaría a subir lamiendo su pecho. Llegaría a su cuello, le besaría. Él me pondría contra la pared y empezaría a penetrarme. Sus manos se entrelazarían con las mías y por cada penetración profunda me las apretaría. Que gozada, por dios. Se tumbaría en el suelo y yo me pondría encima. Comenzaría a cabalgarle. Me agarraría de la cintura y me movería al compás que él quisiera, pero una vez cogido el ritmo, le apartaría sus manos, las mías se apoyarían sobre su pecho, y dejaría que yo hiciese todo el trabajo. Mientras, me acariciaría los pechos y jugaría con mis pezones. Cambiaríamos de postura, poniendome esta vez yo debajo. Una pierna se apoyaría sobre su hombro mientras él me folla intensamente. Entre gemidos, arañazos, besos y mordiscos, llegaríamos al éxtasis, al climax. Se vestiría y se iría sin decir nada, dejándome sola, semidesnuda y sudorosa en el suelo.
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