lunes, 10 de agosto de 2009

Mi primer relato. Primera parte

Bueno, este es mi primer relato. Lo escribí hará unos 3 años o así y causó mucha sensación en las chicas. En los chicos, no tanta, pues decían que le faltaba “chicha”. Trata de una semi-ninfómana que trabaja en las oficinas de una empresa y que se pone cachonda cada vez que ve a su compañero de trabajo. La ventaja de esta mujer en comparación con la de Yo soy Bea es que esta ya es una diosa, sin necesidad de arreglarse nada. He modificado algunas cosas por cuestión de estética lingüística y porque me gusta más así.

Son las 20:30 y acabo de salir de trabajar. No se está mal aquí fuera, pero me apetece llegar a casa. Hoy, en la oficina, he notado cómo las miradas lascivas de mis compañeros atravesaban mi ajustado vestido y recorrían cada uno de los rincones de mi cuerpo. No estoy descontenta con él, es bonito. Mis piernas largas y delgadas tienen una suave textura. Mis caderas no son estrechas, sino que van en sincronía con mi figura. Mi trasero es pequeño y respingón, carácter adquirido por mis largas horas en el gimnasio. Mi cintura, aunque no es de avispa estilo “La novia de Rogger Rabbit”
es bastante delgada. Y mis redondos pechos siguen desafiando la ley de la gravedad con una talla 92 estando firmes y donde tienen que estar. Mi escote es muy sexy, lo que a menudo incita a miradas furtivas y picantes. Me encanta. Mi cuello es delgado y no muy largo. Mis rizos rubios llegan más abajo de los hombros.

A parte de mi físico, lo que también llama la atención son mis ojos verdes. Dicen que tengo una mirada tan intensa que puedo llegar hasta a hipnotizar y, así, conseguir lo que quiero; pero parece que eso no funciona con mi jefe, pues he intentado que me suba el sueldo o que me ascienda varias veces pero nada. Será porque es gay… Figúrate, a los 48 años decide salir del armario. Me hubiese encantado ver la cara de su mujer. Pero bueno, yo solo quiero el ascenso para estar al lado de un compañero de trabajo que está… para mear y no echar gota, vaya. Que esa es otra, lo único que me quedaba por decir es que soy… un pelín ninfómana. Mi segunda casa es el sex-shop de la esquina. De hecho, me mudé ahí por este, ya que paso gran parte del tiempo allí metida. Pero ahora voy a mi casa real.
No hace mucho frío y parece que se ha ido la luz, pues todo está más oscuro de lo habitual. No pasa nadie por la calle. Necesito llegar a casa lo antes posible, ya que desde las 17:30 tengo que estar soportando cómo el compañero de al lado se mete en páginas porno… es bastante asquerosillo, pero al ver la pantalla pues… oye! Que una no es de piedra! Y el vibrador pequeño del bolso no me ha calmado lo suficiente. Tuve que entrar corriendo en el baño. Mis gemidos hubieran podido oírse en la planta 16 de no ser por mi pañuelo de seda y de la utilidad que tiene el morderlo.

Estoy pasando por un callejón. Dios! No se que me pasa, pero necesito otra vez mi dosis vibratoria. El próximo día optaré por las bolas chinas en vez de este juguete.
“Aaaaaaaaaaah!!!!”. Mierda! Subí demasiado el volumen de mi voz. Bueno, al menos, no llevar ropa interior facilita mucho las cosas ya que no pierdo el tiempo. Madre mía! Pasa alguien! Y yo apoyada en la pared y con el vestido remangado… Lo siento, pero no puedo parar. Estoy llegando a mi 2º orgasmo y mis fluidos chorrean piernas abajo. Que no me vea, que no me vea, que no me vea,… Oh, oh. Viene hacia aquí! Este tío me suena… No puede ser! El hombre que protagoniza mis más placenteras y húmedas fantasías sexuales va a verme así!?


Todavía falta más relato, pero lo voy a publicar en partes para que no se haga muy pesado, ya que es laaaaaaargo a rabiar. Son 8 páginas escritas a mano de principio a fin, sin párrafos ni nada.

Próxima entrega: “El desenlace”. ¿Qué pasará? ¿Su compañero de trabajo la insultará y escupirá por practicar sexo, ya que él forma parte de una secta llamada “Opus Dei”? ¿Pasará de largo fingiendo no verla? ¿O se la follará placenteramente en ese callejón? No te pierdas el próximo post de “Mi primer relato”! Solo en este blog^^

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